jueves, 7 de febrero de 2008

Automedicarse = autodañarse

La automedicación constituye hoy en día un hecho cotidiano y habitual en la mayoría de los hogares españoles. La utilización por voluntad propia de algún medicamento, ya sea por las recomendaciones de conocidos o prescritos por un médico en alguna ocasión anterior, supone un acto sanitario que puede ocasionar perjuicios o beneficios al paciente que los ingiere.


Entre los aspectos negativos, suponen riesgos como una nefritis intersticial, una hemorragia digestiva, una neumonía, entre otras muchas consecuencias adversas. Sin embargo, el consumo «responsable» de los medicamentos, que lo debe estimular el cuidador, normalmente el cabeza de familia o la madre, puede ser un alivio, tanto para el paciente, ya que soluciona las pequeñas molestias, como para el médico porque constituye una forma de desahogo para el sistema sanitario.

Para ello, según el Jefe de Servicio de Farmacología, Juan Ramón Castillo, antes de llegar a la automedicación, hay que seguir varios pasos, como una autoobservación general, la percepción e identificación de los síntomas y la valoración de su severidad. Una vez que se pasan estos baremos, hay dos opciones. La primera, con la automedicación se solucionaría las molestias y, la segunda, no. Cuando sucede esto último, hay que recurrir «necesariamente a la consulta médica».

Dos tipos de medicamentos

Dentro de la medicación hay que distinguir dos tipos, por un lado, los medicamentos de prescripción, es decir, los que están sujetos a receta médica y que solamente pueden ser dispensados por los propios médicos y, por otro lado, los medicamentos de no prescripción o también conocidos como de especialidad farmacéutica publicitaria que, concretamente, son aquellos que se pueden vender en las farmacias sin necesidad de precisar receta. «Actualmente, la tendencia de los países anglosajones, es la utilización de determinados medicamentos prescriptivos a los no prescriptivos», comentó Castillo. El nivel de conocimiento de la población acerca de la composición de los medicamentos es elevado, «lo ideal sería que este tipo de información básica se enseñasen en los colegios», apuntó.

Sin una actividad educativa sobre el uso de medicamentos, el cambio de legislación sobre el mecanismo de adquisición del fármaco no garantiza una mejor utilización. Los médicos son educadores, informadores y técnicos en la tarea de ayudar a sus pacientes, «no hay que olvidar que el paciente debe también reconocer al médico si ha tomado algún antibiótico previamente sin haber consultado con él».

Malas costumbres

España se encuentra entre los países europeos de mayor consumo de antibióticos. Éstos juntos a los analgésicos son dos de los grupos farmacológicos más usados en la automedicación. Tanto uno como otro presentan posibles riesgos individuales y colectivos. «Aunque los antibióticos son medicamentos que requieren receta médica, la realidad es que alrededor de un 30% de su consumo en Sevilla se realiza sin que el tratamiento haya sido indiciado por el médico», afirmó el Jefe de Farmacología.

Los farmacéuticos orientan sobre los remedios naturales

Tradicionalmente, la automedicación se ha definido como «el consumo de medicamentos, hierbas y remedios caseros por propia iniciativa o por consejo de otra persona, sin consultar al médico». Así, la automedicación, siempre y cuando se realice un consumo responsable, es positiva, pero «nunca debemos utilizar los antibióticos para automedicarnos» ya que necesitan receta médica, comenta Castillo. Por ley el farmacéutico no puede recetar, sin embargo, puede aportar mucho al sistema sanitario, puesto que puede orientar al paciente sobre los medicamentos no prescriptos o los remedios naturales. Hay que destacar que «el farmacéutico es el profesional sanitario más próximo al paciente». Según el doctor, las hierbas medicinales son medicamentos, como por ejemplo, una infusión de té. En muchas ocasiones, se asocia estos remedios con lo natural, pero no por ello «dejan de producir reacciones adversas». Por ello, algunos estudios han motivado la realización de campañas para informar adecuadamente sobre estos medicamentos «milagrosos».

Aqui teneis uno de esos ejemplos de campañas para detener este mal habito de la automedicación, algo que confiere un mayor riesgo del que aparentemente parece.




(Publicado por Mª José Morón Gómez, resumen adaptado)
(Imagen por Mirlenges )

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